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miércoles, 6 de junio de 2012

¿POR QUÉ EDUCAR EN VALORES?


¿POR QUÉ EDUCAR EN VALORES?

Marín Ibáñez (1976:13) reconoce:"... que las cosas nunca nos dejan indiferentes".

Psicológicamente el hombre reacciona ante la realidad asig­nándole una valoración. Por lo tanto, al asignarle una valora­ción, prefiere unos valores a otros, y por consiguiente los desea y los busca, ya que actúan como la meta que queremos alcan­zar. Decimos que son creaciones humanas porque una característica fundamental del valor es la de valer para algo y para alguien,mas aún que la de existir o estar ahí. El valor, se refiere a los constructos psicológicos, es decir, a los conceptos individua­les de lo que es deseable más que a objetos deseados. Es una creencia por la que el hombre actúa por preferencia, es una concepción de lo preferible.

Los valores no existen por sí, como entes ideales o irreales; no constituyen un mundo de objetos que exista indepen­dientemente del mundo de los objetos reales sino que requieren la existencia de ciertas propiedades reales naturales o físicas que constituyen el soporte necesario de las propiedades que consideramos valiosas.

Valero Iglesias (1992:89) afirma: "El objeto valioso no puede darse al margen de toda relación con el sujeto, ni indepen­dientemente de las propiedades natura­les, sensibles o físicas que sustentan al valor.  El valor no lo poseen los objetos de por sí, sino que éstos lo adquieren gracias a su relación con el hombre como ser social. Pero los objetos, a su vez, sólo pueden ser valiosos cuando están dotados efectiva­mente de ciertas propieda­des objetivas"

Los valores nacen de la relación del otro. Han nacido y recorrido un largo camino, que comenzó hace millones de años. El término "socialización" sirve para designar el proceso por el que el individuo humano se convierte en persona. El proceso de formación del yo tiene lugar en la relación comunica­tiva con los " otros significativos", es decir, con aquellas per­sonas que, a través de sus actitudes para con el niño, le propor­cionan un modelo sobre el que conformar la actitud "objetiva" del niño consigo mismo. Gracias a esta identificación, el niño se hace capaz de adoptar e interiorizar las actitudes para con él de los "otros significativos" y con ello de identificarlos.


¿QUÉ VALORES DEBEMOS ENSEÑAR?

Cabría preguntarse qué valor sería el que imperase en estos tiempos concretos en una sociedad pluralista y en la que conviven individuos de diferentes opciones ideológicas de carácter político y religioso ¿Sería hoy aceptada una ética impuesta por un acto de voluntad? Como Ortega anunció con su perspectivismo no es una caída o recaída en el relativismo axiológico, sino el reconocimiento de que el mundo se ve y se dice de múltiples modos, pero en vez de caer en la tentación del "todo vale por igual" es necesario pensar que todo, en algún sentido es impres­cindible y necesario para componer entre los miembros de la comunidad humana algo que "valga. Hoy no se puede sostener la pretensión del monopo­lio de valores, sino una búsqueda de unos valores universales, aceptados por todos, y que se descubren en todas las civilizacio­nes.

 El artículo 1.1 de la Constitución española:

" España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamien­to jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo po­lítico."

Y en el artículo 27.2:

 " La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana en el respeto a los principios democráticos de convivencia y a los derechos y libertades fundamentales."

Camps (1994:15) después de hacer un análisis valorativo sobre la fundamentación de los valores, con­cluye:" En resumen, no tenemos un modelo ideal, como no tenemos un modelo platónico de sociedad ni un sólo modelo de escuela. No lo tenemos porque nuestro mundo es plural y aplaudi­mos esa pluralidad que es enri­quecedora, así como la convivencia de las diferencias.  Pero, aunque nos falte un modelo de persona, contamos con un conjunto de valores universalmente consensuables, un sistema valorativo que sirve de marco y de criterio para controlar hasta dónde llegan nuestras exigencias éticas indivi­duales y colectivamente. Son valores producto de la civilización, producto de más de veinticinco siglos de pensamiento. La democra­cia griega y el origen de la filosofía, la tradición judeocris­tiana, la Ilustra­ción, el pensamiento crítico de Marx y Nietzs­che, todo ello ha ido dejando un poso de valores, principios, ideales que se resumen en los llamados Derechos humanos".


Los aspectos axiológicos que son asumidos en el concepto de derechos humanos son:

1º Reconocen el valor del hombre por encima de cualquier  realidad.
2º Reconocimiento de la persona humana como lugar axiológico autónomo.
3º El fundamento inmediato está en la libertad.


A la pregunta, ¿qué valores deben imperar en una sociedad plu­ralista como la nuestra?, creo que hoy nadie niega que la contes­tación idónea sea la de los Derechos Humanos.

Pero esta sería una contestación abstracta y formal, que se toma como criterio y pauta de conducta. Son valores fundamenta­les que deben serlo en cualquier parte y en cualquier cultura. Pero que estos valores universales sean reconocidos, no implica que queden zonas dudosas que deben consesuarse.

Camps (1994:19) completa esta idea:

" Esas zonas oscuras de los derechos fundamentales y de la interpretación de los mismos son las que deben consesuarse por la vía del dialogo o de la democracia. Tanto los conflictos entre los derechos fundamentales como la interpretación concreta y aplicada a nuestras situaciones obligan a priorizar, a elegir y a sacrificar valores: ahí la tragedia de la ética. Para ser cohe­rente con la ética misma cualquier elección o decisión debe respetar a otro mínimo ético que es el del consenso dialógi­co; nadie tiene derecho a imponer a otro sus puntos de vista y menos a hacerlo violentamente. La comunicación y una comunicación lo más simétrica posible, como quiere Habermas, es el único fundamen­to de la aceptación de las normas justas."

Se ha insinuado distintas líneas para determinar los valores y el consenso sobre ellos.

Por un lado, se ha hablado de la construcción de los propios valores individuales para potenciar la autonomía personal y colectiva, que supondría una construcción de valores.

Por otro lado, se ha llegado a determinar que la comunidad llegue a determinar una serie de valores socialmente aceptables y aceptados. Se da por supuesto que existe una serie de valores que son asimilados como positivos por todas la sociedad. Estos valores podrían obtenerse de una reflexión sobre los valores de la democracia, o de los valores contenidos en nuestra Constitución, o como es aceptado internacionalmente sobre los contenidos de la Declaración Universal de Derechos Humanos.

La formación dentro de la conciencia del yo generalizado, ­constituye un paso decisivo en el proceso de socialización.

Supone la interiorización de la sociedad en cuanto tal, y por otro lado, el establecimiento subjetivo de una entidad cohe­rente y continua.

Por ello decimos que los valores deben de ser interiorizados por la persona, que está abierta al influjo de los valores e ideales que le rodean, ya que el individuo tiene por un lado nece­sidad imperiosa de ser él mismo y, por otro, de integrarse plenamente en el entorno social en el que vive.

El hombre es un ser en proyecto permanentemente, abierto al futuro. Ser hombre es cultivar lo específicamente humano, la inteligencia, la voluntad, los sentimientos superiores, y los demás, en cuanto sirva o al menos no interrumpa su culminación.

Hacerse hombre es comprender, estimar y realizar en torno suyo valores. Y es tarea inacabada e indefinida. Por ello comple­tamos nuestra definición diciendo que tiende a la perfec­ción. Si el proceso de humanizacíon conlleva un afán de supera­ción, de adquirir nuevas maneras de aumentar sus valores, decimos que estos mismos valores producen perfección en el hombre, le sirven como guías que quiere alcanzar y por lo tanto como pautas de conducta en su vida.

Y a la vez lo va perfeccionando, porque a pesar de ponerse los valores como pautas de conducta, de guías, le sirven como metas para conseguir el propio perfeccionamiento.

El valor plenifica, contribuye al desarrollo, a la madurez y al logro de la naturaleza humana.


Fuente: Confederación de Organizaciones de Psicopedagogía y Orientación de España.

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Un juego muy interesante para Educar en Valores... 


Alcanza el tesoro escondido en esta isla. La única manera de conseguirlo es la via de la colaboración, el respeto y la solidaridad.

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