1.
INTRODUCCION
Dentro del gran
conjunto de fenómenos que se pueden incluir en la educación podemos estudiar
con mayor lujo de detalles aquellos que se producen en una institución como es
la escuela. En esta institución se incluirían todos los niveles y procesos
educativos (institucionalizados) que presentan características comunes como las
siguientes:
- espacio fijo en el
que se desarrollan los fenómenos
- personal docente
correspondiente
- alumnos o discentes
que acuden (obligatoria o voluntariamente) a ese lugar
- intervención directa
o indirecta del Estado a través de la Administración educativa
La escuela
representaría la institucionalización de la educación y, dadas las
características de nuestra sociedad basada en el Estado-nación, la intervención
en dicho proceso del aparato estatal.
Si nos ceñimos a la
etapa obligatoria de esta institución, nos encontramos con la escuela, en su
acepción más común, o colegio (por oposición a los institutos o universidades,
que acogen a la población escolar de edades posteriores).
La escuela o el
colegio, cumpliendo las características anteriormente citadas, presenta además
otras que la diferencian de los demás centros escolares:
- la edad del alumnado
oscila entre la niñez y la pubertad (al llegar a la adolescencia los alumnos
suelen acceder a los institutos)
- comprensividad
educativa (todos los alumnos hacen el mismo recorrido escolar, sea cual fuere
su origen de partida y su situación personal)
- el número de docentes
que se relaciona con los alumnos es mínimo (tal vez para que la transición
familia-escuela no represente un cambio muy grande para el niño), lo que hace
que el trato profesor-alumno sea muchos más "paternal" o familiar
Se podría asumir que,
con estas características generales, tendríamos ya clasificadas a las escuelas.
Pero no es así, ya que existen varios factores que van a orientar la relación
educativa que se establece en estos centros. Y estos factores, aunque en principio
parezcan distantes, están más cercanos de lo que aparentan.
Así pues, si atendemos
a la financiación de la escuela, podríamos subdividirlas en ESCUELAS PUBLICAS y
ESCUELAS PRIVADAS. No habría que diferenciar en estas últimas otras categorías
(confesionales o no confesionales) porque en nuestro país la mayor parte de las
escuelas privadas son confesionales.
Pero si atendemos a la
ubicación geográfica, tendríamos ESCUELAS DEL MUNDO RURAL y ESCUELAS DEL MUNDO
URBANO. O lo que es lo mismo, escuelas rurales y escuelas urbanas.
Si el factor de
financiación o confesionalidad sirve para marcar diferencias notorias dentro de
las escuelas, el factor situacional es, a mi parecer, aún más representativo y
diferenciador entre escuelas, llegando a representar dos visiones muy distintas
de la escuela, y todo esto directamente relacionado con la cultura social
propia de estos dos mundos tan diferentes, el rural y el urbano, el pasado y el
presente.
El eje de este trabajo
será el de marcar las diferencias más características de esta nueva tipología
escolar.
2.
CARACTERISTICAS DEL MEDIO RURAL
El medio rural está en
decadencia desde los albores de la industrialización, y muy especialmente desde
mediados del siglo XIX. La mecanización de las labores agrícolas, junto con la
escasa valoración económica (en términos de mercado) de su producción, hizo que
la población que en el siglo XVIII residía en el mundo rural abandonase su
medio natural para trasladarse a las ciudades donde se localizaban las nuevas
industrias y los nuevos puestos de trabajo. El campo no volvió a recuperarse
más. En nuestro país, durante el presente siglo, y especialmente a partir de
los años sesenta, este éxodo de personal hacia las ciudades ha alcanzado proporciones
alarmantes, llevando aparejado problemas de habitabilidad en las grandes
ciudades (con la creación de barrios periféricos totalmente marginales donde la
miseria es la moneda común, y con la problemática social acompañante que se
intenta resolver en todos los casos con medidas policiales). Los pueblos del
interior, basados en la agricultura y la ganadería, se mueren. Algunos han sido
ya completamente abandonados, otros no cuentancon escuela (ya no hay niños) y
sólo esperan el paso de los años para fenecer.
Los jóvenes, educados
en una sociedad que privilegia el ambiente urbano, abandonan a las primeras de
cambio el mundo de sus padres que para ellos representa el pasado. Y además un
pasado sin futuro.
Las iniciativas de la
Administración para evitar este abandono tienen un planteamiento bastante
hipócrita, pues no buscan tanto la mejora de este medio como el evitar las
bolsas de pobreza que se están formando (cada vez en aumento) en las ciudades.
Las iniciativas de desarrollo rural, que podrían ser un buen punto de partida,
se utilizan de manera errónea y las subvenciones sólo están creando gente
subsidiada y poco innovadora.
El progreso del medio
rural se ha de basar en contar con servicios sociales de claridad, tanto
sanitarios como deportivos, culturales y educativos.
El problema de la
masificación de los centros urbanos, con las bolsas de pobreza y marginación
asociadas, viene del olvido del medio rural. Los pueblos interiores han perdido
todo su atractivo debido a la decadencia económica de la agricultura, que no
puede competir con los productos procedentes del llamado
Tercer Mundo. Si a esto
se añade la falta de servicios culturales y recreativos (y de educación, por supuesto), no es de
extrañar el abandono del pueblo por parte de la población juvenil, la que puede
tener hijos. De esta forma, estos pueblos se convierten en auténticos asilos.
Claro que el problema
no es tan sólo económico, sino que además es un problema cultural, de imagen.
Si ya los medios de comunicación fomentan una visión del mundo cuyo eje gira en
torno a las grandes metrópolis y los servicios propios de estas áreas, la
enseñanza en las escuelas del medio rural no hacen más que fomentar la
migración a la ciudad, al usar recursos como el libro de texto (la Biblia para
muchos de estos centros) que tienen una visión sesgadamente urbana de la
sociedad. La misma UNESCO (1979) ha criticado que la educación en zonas rurales
haya respondido a las exigencias de la cultura urbana dominante más que a la
propia cultura rural. Así, preconiza que la educación en el medio rural debe
estar enraizada en su medio y ofrecer la igualdad de oportunidades a todos ().
Si a esto añadimos la televisión (casi el único medio "cultural" en
estos pueblos) y su visión claramente metropolitana, podemos comprender el
porqué del abandono de los pequeños núcleos de población para ir a las grandes
urbes. Para lograr el arraigo de la gente en su medio hace falta trabajar por facilitarles
los recursos necesarios que eviten la migración a la ciudad. La Administración
(en general) ha de poner más medios y continuar un posible plan de inversiones
o de desarrollo rural (llámeselo como se quiera) de manera que se mejoren las
carreteras y los servicios sociales (la mejora de las comunicaciones evita el
cambio de residencia por motivos laborales).
Los aspectos sanitarios
(creación de centros de salud básicos en todas las poblaciones de más de 3.OOO
habitantes y de hospitales comarcales), de vivienda (más viviendas sociales
para que la gente pueda vivir dignamente en los pueblos), tecnológicos
(aplicación de las modernas tecnologías a la agricultura y a la ganadería),
culturales (dotación de recursos en cada población tales como bibliotecas,
venta de prensa y revistas, sala de conferencias y salón de juventud, centro de
educación de adultos, etc.), recreativo-deportivos (pistas de deportes y
fomento de clubes y asociaciones juveniles y deportivas, etc.) contribuirán a
evitar la huida de estas poblaciones que no pueden competir libremente con las
urbes.
3.
LA ESCUELA RURAL: CARACTERISTICAS PROPIAS
La escuela rural
debiera ser la institución educativa que tuviera como soporte el medio y la
cultura rurales, con una estructura organizativa heterogénea y singular y con
una configuración pedagógico-didáctica multidimensional (). Desgraciadamente, y
por numerosos motivos, la realidad está muy lejos de los deseos. En la mayor
parte de los pueblos, las escuelas son el único foco cultural. Lamentablemente,
el estado de las edificaciones escolares y de los recursos educativos con los
que cuenta, no contribuyen demasiado a expandir la "cultura" o la
acción cultural por el pueblo. Los edificios escolares, en gran parte, siguen
siendo los mismos que fueron construidos entre los años 60-70, antes de que se
produjeran las famosas agrupaciones de la reforma Villar Palasí (Ley General de
Educación de 1970) que tanto contribuyó al abandono juvenil de los núcleos
pequeños de población. Los problemas que presentan estas edificaciones son los
de siempre: falta de espacios para los alumnos, hacinados en ocasiones en habitaciones
pequeñas (de menos de 20 metros cuadrados para unos 15 alumnos), frías y
húmedas (una pequeña estufa eléctrica, con suerte, debe servir para caldear la
habitación, si no falla la instalación eléctrica por sobrecarga), sin reunir
las mínimas condiciones de higiene, acústica, habitabilidad y seguridad que
exigen las disposiciones vigentes ().
La escasez de
materiales es enorme, y la mayoría en mal estado debido al uso continuo y a la
falta de reposición. Y además puede darse el caso de que cuando se cuenta con
dotación material adecuada, no existe espacio físico donde poder colocarlos y
usarlos convenientemente, quedando en ocasiones sin desembalar en el paquete
durante años.
Esta imagen contrasta
sobremanera con las edificaciones más o menos recientes de las ciudades,
dotadas de abundante material y amplios espacios en los colegios públicos
(aumentados más, si cabe, con el descenso de población escolar en los últimos
años), no digamos ya en los privados.
4.
EL ALUMNADO RURAL
Tal vez sea este el
aspecto destacado más favorablemente por los profesores en cuanto a su trabajo,
comparándolo con el trabajo docente en las grandes ciudades. Aunque no todo sea
de color de rosa, evidentemente.
Generalizando (feo
defecto que a veces es preciso realizar), el alumnado del medio rural suele ser
más tranquilo y más receptivo ante la labor del maestro. Si en las urbes la
figura del docente apenas es valorada (el bajo nivel salarial tiene gran parte
de la culpa en una sociedad regida por el principio economicista "tanto
ganas, tanto vales"), en los pueblos aún el maestro sigue siendo una
figura respetada por los padres, lo que se refleja en la actitud del alumnado.
Además, la escuela y
los estudios son considerados como la única vía de promoción social, dado que
la tradición tiende a que los hijos repitan las labores realizadas por sus
progenitores. Especialmente es de destacar (aunque este no sea el momento) el
papel de la niña, cuyo futuro es el de esperar al marido, y que ve en los
estudios la posibilidad de escapar al destino de su madre. (Y aunque la
realidad posterior lleve al desengaño).
Tenemos que distinguir,
dentro de este entramado, las expectativas familiares y personales del alumno.
Si en el ambiente familiar se le estimula a los estudios dejándoles entender
que podrán llegar hasta donde los medios económicos familiares les permita, los
alumnos pondrán un interés y dedicarán un esfuerzo suficiente a los estudios.
Si las expectativas consisten en acabar la escolaridad obligatoria para empezar
a ayudar al padre en las labores agrícolas o ganaderas, el interés decaerá
enormemente.
El principal elemento
diferenciador entre alumnos consistirá, pues, en las expectativas familiares y
los estímulos culturales de procedencia (dato que la reciente evaluación
nacional del sistema educativo realizada por el I.N.C.E. ha remarcado, y al que
achaca el 50% del éxito o fracaso del estudiante, por encima del tipo de centro).
Podemos concluir que el
interés y esfuerzo positivo (en caso de expectativas de continuidad dentro del
sistema escolar) sólo se ve mermado por los escasos estímulos culturales
existentes en su entorno: la inexistencia de bibliotecas y librerías y la
divinización de la televisión (factor de embrutecimiento) actúan en detrimento.
Sin embargo, un
espíritu más sano y confiado, y el hecho de pode moverse y explorar su medio
sin los riesgos de las grandes ciudades, son también factores incidentes en la
configuración de la personalidad de estos alumnos.
5.
EL PROFESORADO DE LAS ESCUELAS RURALES
El divorcio entre la
Universidad y la escuela rural es total. La labor de la escuela rural apenas se
valora en los centros que forman a los profesores. Todos los estudios,
encuestas y análisis se dirigen a las grandes concentraciones urbanas. Apenas
hay pedagogos que investiguen la escuela rural. Tal vez (como indicó un
compañero) porque resulta más fácil y rápido obtener un muestreo en una escuela
de 300 o más alumnos y una docena larga de maestros que andar vagando de
unitaria en unitaria intentando presentar unos datos estadísticos presentables
en la tesis doctoral.
Si bien en los últimos
años parece haber un interés creciente por la escuela rural, todavía la universidad
queda muy alejada de ella. ¿Cuántos alumnos de magisterio han podido realizar
sus prácticas en una escuela rural? ¿A cuántos les habría interesado
realizarlas en este tipo de escuelas?
La escuela rural debe
caer a muchos maestros recién titulados como una pesada losa, ya que, a las
dificultades propias de los inicios profesionales, se unen las de clases con
más de un curso, y además, la sensación de ser un extraño en una comunidad
rural donde la relación familia-escuela no es tan anónima ni tan impersonal
como en los grandes centros. Sería necesario incluir en los planes de estudio
universitarios la temática de la metodología y organización escolar para la
escuela rural. De esta forma se conseguiría que los maestros que llegan a este
tipo de escuelas no tengan que pasar un curso buscando la manera de llevar una
clase con varios cursos; y además podríamos lograr que los alumnos de
magisterio en prácticas fuesen con ilusión y preparación suficientes a ayudar a
los alumnos del mundo rural y no a hacer experimentos pedagógicos con ellos.
En términos generales,
el profesorado de las escuelas rurales está insuficientemente preparado para
esta labor específica, aunque traten de paliar esta escasa preparación con
mayor dosis de entrega a su trabajo. La mayoría del profesorado suele ser
propietario provisional (por un año, generalmente, ya que muy pocos repiten) o
propietario con primer destino definitivo (esperando "saltar" hacia
la ciudad en cuanto su puntuación lo permita), por lo que la escuela rural se
considera como un exilio o un lugar de paso hasta alcanzar ese núcleo urbano
importante donde puedan vivir dignamente con las "ventajas" que la
civilización nos aporta.
Además, las
características singulares de muchos de estos centros, con itinerancias en
horario lectivo por parte de los profesores, hacen todavía menos grata la tarea
diaria, al haber una total ausencia de cobertura jurídica en caso de accidente.
Por supuesto, esta
situación no es la más adecuada para conseguir que los maestros que llegan a
estos centros por vez primera decidan continuar en años posteriores en el mismo
puesto de trabajo, y mucho menos para que se planteen desarrollar su carrera
profesional hasta la jubilación en estos centros.
Otro factor que incide
en la problemática diferencial del maestro de las escuelas rurales es el
aislamiento o la escasa relación profesional con otros compañeros. En centros
urbanos uno siempre tiene la oportunidad de comentar sus problemas con otros
compañeros del colegio, y hasta tiene a mano los libros y recursos de
perfeccionamiento de los Centros de Profesores o de la misma Universidad. En el
mundo rural, con centros pequeños, el intercambio de experiencias con otros
colegas es mínimo (tanto por la escasez de colegas como por la dificultad de
compartir experiencias interesantes).
Todo esto son
condicionantes que obstaculizan y acaban por desanimar a los maestros con mayor
vocación. Precisamente las expectativas de estos docentes son más ambiciosas y
la frustración resultante más visible. De ahí que los maestros se resistan a
trasladarse a las zonas rurales, por lo que existe una penuria de maestros
(ante la falta de voluntarios) o una movilidad endémica (por el traslado de los
que llegan forzosos a las primeras de cambio).
6.
CONCLUSIONES
Como se puede ver, la
escuela rural presenta unas características diferenciales respecto a la escuela
urbana en cuanto al entorno socioeconómico- cultural, a los recursos
materiales, al alumnado y al profesorado.
La ausencia de
regulación específica de la escuela rural o la falta de reconocimiento de esta
diferencialidad (con las consiguientes medidas que puedan tratar la
problemática que presenta) es uno de los primeros asuntos por resolver. Para
ello se requieren medidas administrativas de tipo político que superan
largamente el ámbito del presente trabajo. Pero una escuela rural de calidad es
una necesidad urgente en estos momentos.
No obstante, quisiera
indicar una idea. La existencia de una escuela rural de calidad no solamente
podría servir en parte para que los jóvenes permanecieran en sus núcleos sino
que podría reducir los gastos dedicados a la educación de adultos que requiere
la actual escuela rural: cuando en la etapa obligatoria los ciudadanos pasan
por el sistema educativo sin adquirir los conocimientos básicos para integrarse
adecuadamente en la sociedad, se hace necesario la existencia de una nueva vía
para recuperarlos (los gastos que ocasiona esta nueva vía son los derivados del
fracaso del actual sistema). El contar con una doble red de alfabetización (si
exceptuamos la recuperación de los analfabetos de etapas anteriores) representa
un gasto innecesario. Esas partidas podrían dedicarse en parte a elevar la
calidad de la escuela rural y a la creación de programas de formación
permanente para todos los individuos.
Pero además, una mayor
atención al desarrollo del medio rural y a las condiciones de vida de sus
habitantes es algo de justicia, porque no pueden existir en nuestro país
ciudadanos de primera (urbanos) y de segunda categoría (rurales). Una ojeada a
la prensa tras las pasadas elecciones puede mostrarnos el status del habitante
del medio rural hoy en día (y su consideración por parte de los
"intelectuales" de uno u otro signo), de los que sólo se acuerdan dos
semanas antes de las votaciones.
El problema puede
parecer complejo, pero es muy simple en realidad. Hay que invertir más en estas
zonas y revivir de nuevo el espíritu de solidaridad perdido en los años de
liberalismo económico y tecnocracia monetarista que todavía persisten.
Confiemos
(personalmente lo dudo) que el desarrollo de la LOGSE y las medidas políticas
nacionales y comunitarias puedan reanimar este mundo en decadencia.
7.BIBLIOGRAFIA
CONSULTADA
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* GRANDE, M. (1984):
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